-Cuando yo muera…
-No, no, no ¡callate! ¿Como vas a decir esas cosas?
-¿Que tiene, si es natural?
-Si; pero no la estes llamando
Hay tantas conversaciones que han comenzado asi. Como si al evitar entrar a una funeraria, al estar lejos de la sala de un hospital o al cruzar del otro lado de la calle al pasar frente al cementerio convencieran a la muerte de no encontrarnos.
Como si al santiguarnos frente a ella la espantara. Pareciera que jugamos con ella toda la vida a un juego de las escondidas y no queremos bajo ninguna circusntancia darle detalles de nuestra ubicacion.
El problema es que, este es un juego que ella ha jugado desde siempre. La muerte pareciera alcanzar a todo organismo vivo. Desde la fuerza subatomica que muere en un choque cuantico de materia y antimateria hasta el gran e infinito universo, quien eventualmente sera tan infinito que no quedara nada mas que vacio en el. Desde el nivel mas micro hasta mas macro que conocemos la muerte esta ahi, es juego que ya gano por que tiene eones jugandolo. Nombrarla o no nombrarla pareciera pues no ser importante en este eterno juego del gato y el raton.
Sigmund Freud tenia una idea de por que nos cuesta tanto concebir nuestra propia muerte, de por que pareciera que no queremos ni hablar de ella, escribio:
La muerte propia no se puede concebir. Cuando
Sigmund Freud
intentamos hacerlo, en verdad sobrevivimos como observadores.
La experiencia psicoanalítica nos enseña que “nuestro inconsciente no
cree en la muerte propia, se conduce como si fuera inmortal”.
Admite la muerte y al mismo tiempo la desmiente como irreal. No hay
inscripción de la muerte propia, no hay simbolización de ella, no se sabe qué es. Sin embargo la muerte habita nuestras vidas como posibilidad.
No podemos, pues, concebir nuestra muerte por que no es un evento que podamos vivir. Nosotros vivimos la muerte como el proceso de morir, pero cuando la muerte nos alcanza dejamos de ser y es nuestra familia quien vive la muerte como un evento. Entonces calcular los efectos de nuestra muerte se convierte mas bien en el calculo de como las personas que amamos creemos que van a reacccionar y quizas es eso lo que nos provoca miedo de morir, pues desconocemos si ellos seran capaces de sobrevivir a nuestra muerte. Desde el dolor que tu perdida les causara hasta la incertidumbre emocional, psicologica, espiritual y economica que sobreviene posterior a su perdida.
En ese sentido vencer el tabu de hablar de la muerte puede ser un gran paliativo para mitigar los temores que nuestra muerte nos provoca. Hablar de la muerte nos permite entender la manera en la que el otro la ve y con ello podemos tener una menor incertidumbre de sus pensamientos y deseos posteriores a nuestra partida. Reducir la incertidumbre, normalmente reduce el miedo. Quizas hoy te preocupe como van a vivir tus hijos una vez que tu partas, al hablar de la muerte con ellos, con tu esposo, con tu familia los preparas y te preparas para poder sobrellevar de manera el duelo.
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